domingo, 9 de enero de 2011

mi abuela Margarita


Mi abuela Margarita conoció a mi abuelo Luis aquel verano de 1940, poco después de que acabara la guerra, una tarde soleada en donde la brisa de verano hacia que ella pareciera más guapa de lo normal, con su pelo negro rizado y su risa divertida estallando a cada frase que mi abuelo le susurraba al oído. En aquellas fiestas de El Álamo, mi abuela y su amiga Andrea salieron a las fiestas del pueblo, a bailar con la música que sonaba de la banda en la plaza, donde tantas veces daría yo misma de comer a las palomas con ella muchos años después. Andrea tuvo suerte, y conoció a Ovidio, gran hombre donde los haya, mientras que mi abuela conoció a ‘El Chaparrón’, hombre apuesto y de gran palabra, siempre haciendo reír y sonrojar a las mujeres.  ‘No te me vas a escapar en toda la tarde’, le dijo él, mientras ella se reía y se quitaba las gafas rápidamente por temor y vergüenza a no resultarle lo suficientemente atractiva para él.
Y con razón, pues siete años después de que estas dos personitas estuvieran ‘hablando’, mientras mi abuelo llevaba a mi abuela a casa de vuelta después de pasear y se pasaba horas hablando con sus hermanas en la cocina, se casaron para ser felices durante muchos años. Una vez casados, mi abuela estaba segura, ya se podía poner las gafas a diario, puesto que  se había pasado los siete años sin gafas cada vez que estaba con él. Por fin pudo ir al cine y ver los actores identificando sus caras. Ella era feliz. Luis se reía, por que la amaba así, como era ella.
Así es mi abuela, dicharachera, divertida, cariñosa, maravillosa, sabia, entretenida, madre, abuela, y persona todo a la vez.